30 ago 2014 ~ La P.L.U.M.A. del Profeta

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LANZAMIENTO DE MARTILLO

Actividad: Cambio de focalización  
Libro: Matilda

Esta mañana se me había ocurrido la brillante idea de ir al patio de recreo donde se encontraban esas pequeñas ratas pestilentes, no necesitaba abrirme paso ya que todos esos mocosos se apartaban al verme; había hecho un excelente trabajo con ellos. Camine por entre los grupos de chicos y chicas con zancadas amenazadoras, los pequeños se apartaban apresuradamente para dejarme pasar y mi marcha por el asfalto era como la de Moisés por el mar Rojo cuando se separaron las aguas. Resultaba impresionante, con el guardapolvo ceñido a la cintura y mis pantalones de montar verdes. Más debajo de las rodillas, los músculos de mis pantorrillas destacaban bajo las medias como si fueran pomelos.

-¡Amanda Thripp! –grite-. ¡Ven aquí, Amanda Thripp!

Avance a paso rápido hacia una niña de unos diez años que tenía dos coletas rubias que le caían por la espalda. Cada coleta llevaba anudado en su extremo un laso de raso azul que la hacía ver sumamente ridícula. Observe como la niña temblaba de susto con la vista clavada al suelo, me relamí los labios con gusto acercándome a mi diversión.
Finalmente llegue junto a ella y me plantee con gesto dominante frente a la mocosa.
¡Quiero que te quites esas sucias coletas antes de venir mañana a la escuela! –vocifere-. ¡Córtatelas y tíralas al cubo de la basura! ¿Entendido?

-A mi ma… ma… madre le gustan –tartamudeó-. La mocosa insolente se atrevía a contradecirme recordándome a su asquerosa madre.

Claro cómo no iba a recordar a la muy popular Lilith; me viene a mi cabeza unas imágenes de cuando yo estaba en el colegio, tenía un hermoso cabello agarrado también en una hermosa coleta, la muy maldita de Lilith me tenía envidia ya que se pavoneaba siempre creyéndose la más bonita y con el mejor cabello pero nunca pudo competir contra el mío. Fue una tarde que estábamos en clase cuando se le ocurrió la idea de pegarme un asqueroso chicle en mi cabello, cuando llegue a casa por todos los medios intente quitármelo, pero todo fue inútil, hasta que el delicado de mi padre encontró la mejor solución; cogió la maquina de rasurar y me la paso por la cabeza cortándome toda mi hermosa cabellera, dejándome prácticamente calva. Desde ese día Lilith se burlaba de mi restregándome su hermoso cabello y diciendo que yo parecía un niño; y ahora me manda a su patética hija a que me siga restregando su cabello, no lo iba a permitir. 

-¡Tu madre es una imbécil! –brame. Extendí uno de mis dedos del tamaño de un salchichón hacia la cabeza de la pequeña rata inmunda y grite-:  ¡Pareces una rata con la cola en la cabeza!

-Mi… madre cree que me… me van bien, se… señorita Trunchbull –tartamudeó la mocosa, temblando como una hoja

-¡Me importa un bledo lo que crea tu patética madre! –grite, diciendo esto, me adelante y agarre las coletas de Amanda con la mano derecha y levante a la maldita rata del suelo.

Luego comencé a hacerla girar alrededor de mi cabeza, cada vez más rápido y la mocosa puso el grito en el cielo, deleitándome los oídos, mientras le gritaba-: ¡Ya te daré yo coletas, rata!
En este momento recordé las Olimpiadas, cuando lanzaba el martillo, me incline hacía atrás, para compensar el peso de la chica giratoria y, apoyarme expertamente en los pies, seguía dando vueltas sobre mí. Cuando ya iba a una gran velocidad con un poderoso gruñido la solté de las coletas y Amanda salió disparada como un cohete hacía arriba, por encima de la cerca metálica del patio de recreo.
Al verla aterrizar sobre la hierba me frote las manos, satisfecha.
-No está mal –dije-, teniendo en cuenta que no estoy bien entrenada, nada mal.
Me marche hacía la puerta del colegio con una sonrisa orgullosa en mi rostro, había sido un muy buen comienzo de clases.

 

Por: Gryffindor